La idea que pone en funcionamiento la maquinaria de la novela es magnífica: Gaustín –misterioso vagabundo del tiempo, alter ego del autor– inaugura en Zúrich una clínica para enfermos de alzhéimer que reconstruye en cada habitación escenarios perfectos del pasado. Con los posters, muebles, electrodomésticos, telas, cigarrillos o bebidas que sólo existían en ciertas décadas del siglo XX. Así se crean entornos donde el enfermo se siente seguro y puede vivir sin conflictos sus últimos meses o años de vida.

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28/08/2023
Infobae