Simon Hanselmann: humor negro como forma de resistencia
El autor de cómics australiano Simon Hanselmann (Launceston, Tasmania, 38 años) acaba de publicar El mal camino (Fulgencio Pimentel), una nueva entrega de la saga que protagoniza la toxicómana y depresiva bruja que ha creado desde las entrañas de su difícil vida familiar. En Megg, este personaje, Hanselmann reconoce que se dibuja la figura de su propia madre, una mujer a la que adora pero que cada cierto tiempo lo alarma con el anuncio de una nueva sobredosis. La última vez, el mes pasado, poco antes de que él tomara un vuelo a Madrid. En una azotea de esta ciudad, el autor comenta su nuevo trabajo, que ve la luz en español antes que en inglés, y en el que vuelve a hacer gala de su característico humor nihilista y de una displicencia infinita, algo que contrasta con la desbordante ternura con la que habla de su progenitora, de cuya larga sombra busca, no obstante, apartarse. “Mis historias me distancian del horror en mi vida, de lo que mi madre me ha hecho, de lo que se ha hecho a sí misma”, cuenta el dibujante.
Hanselmann revela que en este nuevo trabajo hay una suerte de “transición” respecto a sus producciones previas. “Es un capítulo más oscuro que los anteriores, los protagonistas perciben con claridad los estragos a los que conduce la adicción”, señala el historietista, que comenzó a elaborar el nuevo material en 2012, aunque lo rehizo completamente, con una dedicación de monje cenobita, el año pasado. Empleó, cuenta, 3.764 horas: dos meses en la escritura, tres en el dibujo, uno en el repaso con tinta y los últimos seis en el coloreado. Hanselmann reconoce que es un “maniaco” del trabajo, para el que no necesita imponerse rutinas y en el que se ha volcado completamente tras dejar de colaborar con la revista Vice…