El pirata que protazoniza ‘Guy, retrato de un bebedor’ (Fulgencio Pimentel) es cobarde, traicionero, vago, maltratador, un antihéroe amoral que roba, mendiga, no cesa de meterse en líos y que no duda en matar, torturar o dejar morir si eso le beneficia. Y, sobre todo, es un borracho empedernido. “No es alguien con quien me iría de copas. Lo rehuiría como a la peste”, admitía sonriendo el belga Oliver Schrauwen (1977) a su paso por Barcelona hace un mes. Entonces participaba en el festival Graf, ahora lo hace en el Cómic Barcelona y trae otra, muy distinta, novedad bajo el brazo, ‘Vidas paralelas’ (también en Fulgencio Pimentel), conjunto de relatos futuristas, pero no menos surrealistas, con un pie en la ciencia ficción, que estará disponible en el festival aunque llegue a librerías por Sant Jordi.
El dibujante, innovador autor de culto del cómic independiente, gracias sobre todo a su celebrado ‘Arsène Schrauwen’ -muy particular reflejo de la peripecia de su abuelo en el Congo belga-, firma ‘Guy’, en el que no falta el humor negro, con el tándem de guionistas franceses Ruppert &Mulot. Con ellos gestó el aborrecible personaje, en las antípodas del John Silver de ‘La isla del tesoro’, ante un whisky en Helsinki. “Intentamos poner en él todo lo peor y desagradable. Es la antítesis del Johnny Depp de ‘Piratas del Caribe’ (debo ser una de las pocas personas de mi edad a quienes le gusta la película…). Guy quiere ser un pirata pero es un desastre, nunca lo consigue, fracasa incluso como pirata”.
No intentaban, explica, advertir hasta qué punto puede destruir el abuso de alcohol pero lo logran. “Cuando uno ve a un borracho hay una parte graciosa, cómica, como con la borrachera de Dumbo en la película. Es un cliché. Pero en realidad es algo muy dramático. Eso es lo que queríamos…