Olivier Schrauwen (Brujas, 1977) es uno de esos autores, que se pueden contar con los dedos de una mano (bueno, tal vez con los de las dos) que han conseguido tensar las costuras del cómic justo cuando parecía que este arte no daba más de sí. Pero sí que da. Títulos como Arsène Schrauwen y Guy, retrato de un bebedor (publicados en España por la editorial Fulgencio Pimentel)están al nivel de los mejores trabajos de Daniel ClowesChris Ware o Charles Burns:una exploración de las posibilidades de la narrativa ilustrada, de aquello que hace realmente único al arte de hacer viñetas y que no puede conseguir ninguna otra forma de creación humana.

Ahora llega, también de la mano de Fulgencio Pimentel, Vidas paralelasuna colección de historias desconcertantes y alucinadas que, pese a la extrañeza que provocan, acaban hablando de esa cosa viscosa y escurridiza que nos iguala a todos: la vida.

“Siempre intento que cada libro tenga su propia realidad”, explica Schrauwen junto a una mesa agujereada en la librería madrileña Generación X. “No me importa que se ajuste a la realidad real, sino que prefiero que sean mundos de fantasía con sus propias reglas…

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04/05/2019
El Mundo