Libros para un confinamiento (V)
Libros para un confinamiento (V)
NOSTALGIA DEL PASEAR
De esta salimos hechos unos flâneurs de cuidado. Añoramos el paseo. Antes no sabíamos muy bien lo que era, no lo apreciábamos. Más bien andábamos de un lado para otro, de cita en cita, siempre con mucha prisa. A veces no daba ni para eso y había que utilizar el coche o el transporte público. La ciudad, recargada y exultante, y sus continuos servicios lo llaman a uno a expansionarse y a darse al hedonismo una o dos veces por semana; las pantallas, por otra parte, nos tienen fagocitados perdidos y, a fin de cuentas, caminamos como idiotizados de lunes a viernes y en festivo también. No sé ustedes, nosotros nos guiábamos así. Ahora, salir a pasear ocupa uno de los primeros puestos en la lista de cosas que haremos cuando den por cesado, al menos de forma gradual, el confinamiento. Hay quienes ya están con los preparativos: meditando el itinerario, el tiempo que emplearán en él, los pensamientos que rondarán sus cabezas al andar. Caminaremos erguidos, orgullosos, sabiendo que nos merecemos ese paseo. Que nos lo hemos ganado. Y una cosa tenemos clara: nos fijaremos en aquello en lo que nunca nos fijábamos, pero antes deberíamos saber qué diablos era aquello. No, en serio… ¿qué era?
Sin ir más lejos, muchos ya van pregonando que sí, que este es el año. ¿Acaso habrá año mejor, acaso lo hubo nunca, para hacer el Camino de Santiago? Con el trasero temblón y hecho al sofá, Santiago de Compostela es una apuesta segura porque no va a haber bolsillo ni Gobierno que permita una escapada turística al extranjero. Para reconectar con la naturaleza, para desollarnos vivos, para conocer nuevas almas. Y qué mejor para calentar en casa que El camino dibujado, de Jesús López-Araquistain. Jesús no solo ha hecho el recorrido unas cuantas veces, sino que lo ha dibujado con trazo natural, vibrante y límpido, aplicando una mirada lírica hacia la enorme gama de detalles que se ofrecen al peregrino de un sendero físico y espiritual que atrae por igual a devotos y escépticos. Feliz amalgama del registro memorístico y del gráfico, la de López-Araquistain se convierte en la guía total si queremos apreciar las singularidades del paseo.
Si se trata de ponerse estupendos mientras fantaseamos con nuestra futura caminata, entonces nuestro libro es Sauntering. Del peregrinar, de Daniel Toca. Obra ganadora del Puchi Award 2019 que concedemos junto a La Casa Encendida, Sauntering fue descrito como un «tratado asistemático que aúna cultura popular, referencias religiosas y fuentes filosóficas. Un libro sobre el peregrinaje y un peregrinaje en sí mismo». Encontramos así variopintas historias de caminantes (Heidegger pateando Grecia para encontrar su verdad) o alusiones religiosas (el Itinerarium Burdigalense, la primera crónica de un peregrinaje cristiano; Juan el Bautista, san Agustín…) que se entrelazan sin conflicto con Lou Reed, Jim Jarmusch, J. L. Borges, Patti Smith, Nico, Tarkovski, Aristóteles, Olivier Assayas, V. Nabókov, Sócrates, Kristen Stewart, Dante, Cărtărescu, Miguel Noguera, Orfeo, Kylie Minogue, Johnny Cash y otros, sin olvidar la presencia fundamental en el texto de Kierkegaard y su Johannes Climacus. Lo erguiditos que vamos a caminar y el pisto que nos vamos a dar cuando nos suelten.
Pero nadie tiene más ganas de mover un pie y después el otro que los niños. Ellos sí que necesitan estirar las piernas para no quedarse chicos. Además, mirando por su bienestar mental y espiritual, conviene que no se olviden del mundo exterior. Quizás desde alguna casa aún puedan avistar, a lo lejos, alguna montaña, como símbolo de lo que nos aguarda ahí fuera. A través del color y de formas primarias, Montañas, de Antonio Ladrillo, enseña a los más pequeños las infinitas posibilidades de esas moles mágicas. ¿Qué son? ¿Por qué son tan diferentes unas de otras? ¿Por qué son tan gordas? ¿Cabe un tesoro en una montaña? ¿Cabe una muela en una montaña? ¿Iremos, por fin, cuando todo esto acabe, a una montaña de verdad?
Entre tanto, los únicos que ven montañas cada día y a veces muy de cerca son los repartidores. También a ellos les aplaudimos a las ocho de la tarde. Las crónicas cuentan que, un día, uno de ellos tuvo que detener el camión al filo de la carretera y apearse: se estaba haciendo caca. Adentrose en un bosque para llevar a cabo su cometido pero, al terminar, no encontró el camino de vuelta. Así, empezó a andar, hasta que se percató de que no estaba completamente solo: estaban las flores, los árboles, las águilas, el arroyo, las piedras, los peces. Estaba la montaña. Pasaron horas, no sabemos con exactitud cuántas. Cuando volvió al camión, nuestro repartidor ya no era el mismo. Esto no os lo van a enseñar el coach ni el influencer de turno. Pero podréis verlo (y sentirlo) porque os lo enseñarán Manuel Marsol y Carmen Chica en Yokai, la obra que convirtió a Marsol en el primer español en ganar el Premio Internacional de Ilustración de la Feria del Libro Infantil de Bolonia. Ojalá que el repartidor pueda pronto apearse de nuevo.
Otros garbeos por ahí:
Conociendo a Jari, de José Ja Ja Ja (cómic)
Dzhan, de Andréi Platónov (narrativa)
Jim Curious. Viaje a través de la jungla, de Matthias Picard (cómic 3-D)
Manzanas traigo, de Ángel María Fernández (poesía)
Paul en el campo, de Michel Rabagliati (cómic)
Picnic, de María Ramos (álbum ilustrado)
Tú vas solo a cualquier parte, de Eiji Otsuka y Yu Shichiji (libro de actividades)
Un… mundo maravilloso, de Antonio Ladrillo (álbum ilustrado)
Sirio, de Martín López Lam (cómic)