La tristeza de los búlgaros
Gueorgui Gospodínov (Yambol, Bulgaria, 1968) llega por primera vez a España con su segunda novela, «Física de la tristeza», una obra fascinante publicada en 2012 que agotó la primera edición en un día y ha ganado prácticamente todos los premios búlgaros y parte de los extranjeros. El éxito es comprensible y merecido. Estamos ante una obra diferente por la inteligencia de su planteamiento, su originalidad y, sobre todo, por su capacidad para lograr lo que cualquier escritor ansía: despertar la empatía del lector, conseguir que se identifique con el autor y comparta sus sentimientos. La obra es a la vez una historia de reconstrucción y memoria de Europa desde la época griega, de su país y de su propia vida, utilizando los sugerentes recursos que le ofrece el mito griego del Minotauro en su laberinto. Encerrado y solo como el niño que él fue en los años 70 mientras esperaba el regreso del trabajo de sus padres en un pequeño sótano desde el que solo veía los pies de los viandantes. Este paralelismo es recurrente y también puede servir para hablar del silencio durante la época de la Bulgaria socialista, etapa tratada con particular ironía. Las ideologías convierten en monstruos a sus propias víctimas.