Guy, retrato de un bebedor
“Guy, retrato de un bebedor”, la novela gráfica que firman a seis manos el belga Olivier Schrauwen (1977) y los historietistas franceses Ruppert (1979) y Mulot (1981), supone una nueva alegría para los ojos, para el corazón y para la cabeza. Sensorial, emocional y racional, es un trabajo que surge de la intersección entre las ganas de experimentar de sus autores con una querencia por la revisión.
Para el caso, Schrauwen, Ruppert y Mulot se divierten con el subgénero de los relatos de piratas a la Robert Louis Stevenson, alumbrando los vértices más oscuros del ser humano. De uno al menos: el patibulario, pendenciero y miserable Guy que protagoniza la obra. Desde la portada su careto ya nos da pistas de su carácter mezquino, algo que se confirma en las tribulaciones de este pirata malo (que come pulpo crudo y bebe agua del mar, que diría Kiko Veneno… aunque, en realidad, le da más al alcohol).
Destaca por un lado el sorpresivo lado fantastique de la obra y, por el otro, la sinfonía gráfica de Schrauwen, que continúa en la cresta de la ola demostrando con la práctica por qué motivos se le considera una de las grandes figuras del cómic de la década…