

La llegada del underground en los años sesenta del pasado siglo marcó un punto de inflexión en el cómic estadounidense. Se instaló un clima de desinhibición en los márgenes de una industria que hasta entonces funcionaba según unos parámetros muy pautados. De pronto se colaron en las viñetas temáticas descaradamente adultas; se exploraron nuevas complejidades narrativas y se incorporaron con desparpajo los guiños autoreferenciales, parodiando y subvirtiendo la tradición heredada…