Aproximarse a Eduard Limónov (Dzerzhinsk, 1943) impone cierto respeto. Porque el escritor ruso es un personaje poliédrico y complejo, que ha construido su vida desde una profunda convicción rebelde, casi provocadora, con alma de creador punk. Más que una vida, varias vidas, y todas ellas con suficientes ingredientes para hacer varias novelas, o sólo una, como la biografía que sobre él escribió Emmanuel Carrère, Limónov, con gran éxito de crítica y público.

Porque este ensayista, novelista, agitador cultural, activista político, exiliado de la URSS, exmilitar (al lado de los serbios), exvagabundo sobre el asfalto y exmayordomo en Nueva York en los setenta, tremendamente seductor, enfant terrible del París de los años ochenta e icono de la resistencia política contra el régimen de Vladimir Putin es, además de todo esto, un renovador de la literatura rusa.

Su novedad literaria en España, El libro de las aguas (Fulgencio Pimentel), escrito originalmente en el 2002, es un texto difícil de clasificar, entre el dietario y el ensayo, casi un relato de aventuras, las suyas, a lo largo de varias décadas. Un libro lleno de anécdotas, personajes, momentos…

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05/06/2019
La Vanguardia