Cosas que leo: Los nuestros
“Por la noche no pude más y le dije:
– Lena, tenemos que hablar. Me parece que debemos aclarar algunas cosas. Está ocurriendo algo extraño. Tengo que hacerle unas cuantas preguntas delicadas. ¿Me permite que se las haga sin ambages?
– Le escucho -dijo.
Sereno el rostro. Como el dique de una prensa hidráulica.
Le pregunté:
– Dígame. ¿No tiene usted dónde vivir?
La dama se ofendió un poco. O mejor dicho, manifestó una leve sorpresa:
– ¿Cómo? Tengo un piso en Dáchnoye. ¿Por qué?
– Por nada… De hecho… Me parecía qué… No sé, creía… Entonces, otra cosa… Entiéndame bien, como amigo… Le pido mil excusas… ¿Puede que yo le resulte atractivo?…
Se hizo una pausa. noté que enrojecía. por fin dijo:
– En lo que a usted se refiere, no tengo nada que objetar…