Manzanas traigo

Ángel Mª Fernández llega a su primera publicación de manera poco ingenua, lleno de ironía, humor y reflexión sobre el poeta y la poesía. [Su obra exhibe] una utilización de la métrica y los ritmos clásicos que roza lo magistral, especialmente porque ‘estando, no están’.
Julio Espinosa Guerra
Como subido a lomos de una mula escribe Ángel María sus versos. Dormido al trantrán del motor de la bestia, súbitamente despierta y se pregunta: ¿dónde estoy? Y al divisar en lontananza el skyline de un cementerio se vuelve a dormir.
Artur Soignée Pilon

Poeta periférico, felizmente acomodado en su libre albedrío, en la producción de Ángel María Fernández laten, unas veces con ánimo cubista, otras prerrafaelita, ecos de Nicanor Parra, Rudyard Kipling, Guido Gozzano, Paulino Lorenzo, pero permanece siempre Ángel Mari como tambor millefiori. Allá donde crea escuchar las voces de José Watanabe, de César Vallejo, de Jaime Gil, no se equivoque: son los píos de un gorrión, el chaschás de los charcos, el crujido de las barras de pan. Fernández prepara bocadillos con los cadáveres. Si es verdad que la vanguardia apenas puede más que jugar a tararear con las formas (los temas son siempre los mismos), Ángel María Fernández respeta los esqueletos formales para bailar alborozado con los temas.

Colección Poesía
978-84-939772-0-7
septiembre 2012
Rústica
15⨉21,5 cm
80 páginas
Blanco y negro
Castellano