Hay un algo en las dicciones más sentidas de quienes vivieron la experiencia socialista realmente existente —término acuñado por Rudolf Bahro para acompañar la alternativa posible desde la RDA, en la década de los 70— mezcla de estaciones fracasadas y afortunadas. Un algo que estremece al más templado, y que encuentra en la narrativa el mecanismo ideal para contar las historias personal y colectiva.

Historias de unos años idos —imbricados y juveniles— puestos en escena por Gueorgui Gospodínov (Bulgaria, 1968) en Física de la tristeza. Una novela fragmentaria, también suceso editorial durante un lustro en su versión original, que si algo consigue de sobra es recrear aquellos años desde el ejercicio de la memoria.

Narrativa realmente existente…

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25/01/2021
Milenio