La hora atómica

Rubén Lardín no es nuestro contemporáneo, nosotros somos los suyos.
Javier Pérez Andújar
Una gran marranada, en el sentido más angelical de la expresión.
Santiago Lorenzo

Un hombre escribe en Barcelona, y este libro abarca lo que abarca su hora exacta, la hora en que escribe en Barcelona. Quizás antes haya paseado el Raval, haya saludado a unas señoritas, les haya dicho unas monerías, figuradamente. Quizás más tarde haya hecho unos largos, haya comprado el periódico, haya hecho proselitismo taurino, haya sentido el inagotable rumor del susto y del metropolitano, bajo sus pies. Quién sabe si no haya visto una película o seis, se haya enredado, haya dormitado un poco, haya hojeado un libro de dibujitos —con ese «enredado» queremos decir que se ha tocado, que se ha amado lúbricamente…—, por dónde íbamos… Pero ha vuelto. Y ahora es un hombre que «escribe en Barcelona», un amigo cuerdo que abarca poco pero escribe apretao, hilvanando un discurso que nace de la parte más sucia de sí y florece perfumado sobre la página. Un escritor haciendo boxeo de sombra, lunático, inmoderado, en fuego, on fallas. Un espontáneo que varea la literatura para ver qué cae, y lo que cae es letra, letra temible, simiente de hombre. La mira un instante con estupor y continúa su paseo.

Imagen de cubierta de Tyler Armstrong.

Colección La Principal
978-84-16167-41-8
marzo 2017
Tapa dura
14,3⨉20 cm
192 páginas
Blanco y negro
Castellano